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La Artesanía en el Perú
El objeto artesanal satisface una necesidad no menos imperiosa que la sed o el hambre: la necesidad de recrearnos con las cosas que vemos y tocamos, cualesquiera que sean sus usos diarios. Octavio Paz.

En el Perú la artesanía surge de fuentes muy antiguas y diversas que se remontan a las milenarias culturas preincaicas. La arquitectura de Kuélap, los tejidos Nazca o Chancay, los ceramios Mochica, las esculturas Chavín, las joyas de Sipán son solo ejemplos de la diversa y asombrosa creatividad técnica y formal de los antiguos pobladores de este territorio. Esas culturas luego confluirán, sin perder sus características, (gracias a la reciprocidad andina) en el Tawantinsuyo, el gran imperio de los Incas, que las regará por el centro de Sudamérica. En la Conquista la imposición de las formas occidentales retrajo el gusto y las técnicas ancestrales, que subterráneamente volvieron a aflorar en la Colonia, generando un flujo constante que atraviesa el período republicano hasta desembocar en las variadas expresiones rurales de la artesanía tradicional que se continúa produciendo hasta el día de hoy.

Por otro lado, como en muchas grandes ciudades del mundo, en la década de los noventa, se cristaliza en Lima una nueva artesanía que desde los setentas venía forjándose un lugar en el mundo del arte. La proponen artistas, diseñadores y artesanos abiertos a la experimentación e innovación, que no desdeñan la sustentabilidad, la ética social y el respeto por las expresiones de las culturas marginales. Algunos recurren explícitamente a la tradición, más no para acatar sus cánones, sino, por el contrario, para apropiarse de ellos, incluirlos en su proceso creativo o  transformarlos, dejando que se insinúen como dato raigal, signo de identidad, o expresión de tendencia.  El diseño deja de ser entonces patrimonio de una tribu, una etnia o una cultura, se convierte simplemente en el sello personal del artesano urbano contemporáneo. Como en la expansiva gastronomía peruana, la fusión y el remix son determinantes en la nueva estética artesanal.

En la era de las industrias culturales, de reproducción ilimitada de productos globalizados para el consumo masivo, los objetos artesanales irradian su aura a quienes se identifican con ellos porque son las cosas con que desean vivir, tanto estética como funcionalmente. Como diría Dennis Stevens, “estos objetos representan quiénes son y en qué creen”. Se puede aplicar a las cosas un dicho referido a las personas: “dime de qué te rodeas y te diré quién eres”, pues los objetos artesanales distinguen e identifican a sus dueños por el respeto que les demuestran a los artistas que las realizaron, a la idea ingeniosa y creativa, al trabajo manual y a la utilización de materiales y técnicas originales. Ellos saben y valoran que las obras que decoran sus casas y acompañan sus vidas, son únicas e irrepetibles, que su presencia los alegra y  enaltece. 

Eduardo Lores